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Formabas parte de una estrella



Dicen los científicos, que nuestro Sol es una estrella de cuarta generación. Eso significa que, para que él naciera, antes, debieron morir tres generaciones de estrellas.

Tres soles como el nuestro surgieron y fenecieron, y de sus cenizas, surgió nuestra estrella.

Miles de millones de años atrás, los materiales nucleares del centro del sol se comenzaron a fusionar y en su interior, se inició la cadena de fusión nuclear que desde entonces ha funcionado sin parar. Miles de millones de toneladas de elementos fueron expulsados al espacio y lentamente, los planetas se comenzaron a formar. En la órbita más cercana surgieron los planetas rocosos. Algo más lejos, se situaron los gigantes gaseosos, y alrededor de ellos, decenas de pequeños planetoides y lunas en órbitas estacionarias, atrapadas por la gravedad de los más grandes, y sometidas a las fuerzas de marea que tiraban de ellas.

Theia, era un planeta hermano de la Tierra. En determinado momento de la formación de nuestro sistema, ambas colisionaron en un cataclismo de proporciones épicas. De esa colisión surgió la Luna, y gracias a ella, pudo aparecer la vida en la Tierra. La luna equilibra el eje de nuestro planeta a veintitrés grados respecto al plano orbital. Puede que esto para ti no signifique nada, pero gracias a esa leve inclinación, existen las estaciones. Primavera, verano, otoño, invierno, y con las estaciones se mueve el ciclo de la vida. El deshielo, la polinización de las flores, las grandes migraciones, las truchas remontando los ríos de Alaska y los grandes osos pardos pescándolas.

Toda la vida de la Tierra comenzó al borde de la destrucción, con aquel choque con Theia.

Dicen, que en el sistema solar hay unos trescientos mil millones de estrellas. Si solo en el 0,1 % de esas estrellas hay al menos un planeta, y si en solamente el 0,1% de esos planetas hubiese algún tipo de vida, y si de esa vida, solamente el 0,1% hubiese alcanzado un nivel de inteligencia primaria semejante a la nuestra, tendríamos unas tres mil civilizaciones viviendo, solamente en la Vía Láctea. Tres mil civilizaciones con vida inteligente ahí fuera...

Pero entonces, miro a la Tierra y me invade la tristeza.


Por ahora, hasta que se encuentre ahí fuera, somos el único lugar con vida demostrada de todo el Universo. Fuera de esta canica azul, no se componen canciones, no existe la Mona Lisa, ni hay una niña corriendo tras un cachorro por una playa de fina arena.

Fuera de nuestro planeta, la vida, parece ser una quimera. En la Tierra, sin embargo, hemos dejado de preocuparnos por ella.

Somos la especie más desarrollada que supuestamente ha pisado este planeta y al mismo tiempo la más destructiva y violenta. Desde el origen de los tiempos, la historia del ser humano ha sido una lucha constante entre la bondad, la luz y la grandeza de nuestra esencia, oponiéndose a la inquina, la avaricia y un ansia de poder inmensa. Lo era hace miles de años y lo sigue siendo en nuestra época.

Las sociedades primitivas se basaban en la guerra. Hoy, las armas han cambiado, pero permanece la misma esencia.

Lo vemos en Oriente, lo vemos en Ucrania, lo vemos también en las calles de forma muy diversa.

La gente está crispada, enojada. Los medios de comunicación solo venden miedo y dolor. Cada día hay decenas de avances y descubrimientos. Noticias buenas de progresos científicos que en unos años mejorarán el mundo, pero eso no te lo cuentan. Solamente te venden la enfermedad y la tragedia. Tiroteos, cotilleos, morbo, violencia. Por eso, una gran parte de la sociedad ya no se cree una mierda.

Y una sociedad que no se fía de sí misma, es una sociedad enferma.

Soy realista, o pesimista, lo sé. Pero estando en este momento que estamos de la historia, no veo más que un horizonte negro vea donde vea.

¿O quizás no?

Hace seis mil millones de años, todo lo que tú eres, estaba dentro de una estrella.

Eras partículas infinitesimales de metales pesados y elementos que salieron del centro del sol y se expandieron por la galaxia entera. Todas tus moléculas y átomos que te forman, han perdurado durante seis mil millones de años, y ya estaban presentes en la Tierra, durante las cinco extinciones que barrieron el planeta.

La materia de la que te compones, se ha reordenado a lo largo de este tiempo, de miles y miles de maneras. Una parte de ti, puede que llegase a la Tierra a lomos de un asteroide. Otra, quizás fue una bacteria. Partes de ti han sido una roca, un archeopteryx e incluso una ballena. Trazas de tu piel han vivido en cavernas, otras, eran astillas de madera de un roble milenario que crecía en el supercontinente de Pangea.

No lo recuerdas, pero has vivido por todo el sistema solar, esparcida de cien mil maneras.

Hace unos años, Penrose y Hameroff, dos científicos eminentes, convinieron que los microtúbulos son la unidad mínima de información genética. Cuando morimos, esos microtúbulos no se degradan, sino que se desperdigan por el cielo movidos por el viento, y siendo como son, casi átomos, escapan del planeta libres de gravedad, y regresan al espacio, al universo, a las estrellas...

Quizás, si cada átomo de nuestro cuerpo tuviese memoria y pudiese transmitirnos lo que recuerda, sabríamos de dónde venimos de una forma completa. A lo mejor, partes tuyas y mías orbitaron Titán hace millones de años. Puede que sin saberlo, hayamos formado parte de esa misma ballena...

Estoy completamente seguro de que la vida, no es un milagro único de nuestro planeta. Creo firmemente, que en nuestra Galaxia, hay miles de millones de planetas en los que la vida ha surgido en inimaginables tipos de formas y maneras.

Al igual que sucedió con nuestro sol, el cual nació tras la muerte de tres estrellas, lo mismo habrá sucedido en todas partes. Civilizaciones enteras han surgido, evolucionado y fenecido fuera o dentro de su propio planeta. Algunas, pueda que descubrieran la forma de viajar entre las estrellas. Otras, sin embargo, acabaron consumiéndose a sí mismas, o siendo víctimas de algún evento de la propia naturaleza.

Lo que también sé a ciencia cierta, es que la vida es frágil y efímera. De los cuatro mil quinientos millones de años que tiene la tierra, el ser humano apenas ha vivido un 0,01% en ella.

La vida no comienza y termina con nosotros, sino que continúa en formas que no llego a imaginar si quiera. A lo mejor, nosotros, que nos consideramos eternos y omniscientes, no somos sino el escalón previo necesario a los que de verdad sacarán partido a la vida de nuestro planeta. Puede que debamos extinguirnos como antes han hecho tantas y tantas especies, para que surja una que verdaderamente merezca la pena.

Sería cruel de ser cierto, pues a pesar de que los humanos hacen cosas terribles, son capaces de las gestas más bellas. Neil Armstrong bajando del módulo lunar, Michael Jordan saltando desde la línea de tiro libre, John Fitzgerald Kennedy en su discurso en Berlín, Amelia Earhart subiéndose una última vez al Electra, Juana de Arco luchando por su inquebrantable fe ciega...

El mundo es un lugar maravilloso a pesar de quienes lo gobiernan.

Cuando la vida te machaque, cuando creas que ya no puedes más y pienses que todo es una mierda. Al borde de tus fuerzas, al límite de lo que jamás hayas conocido, sintiéndote sola y derrotado por las circunstancias, cuando llegue ese momento, tú solo recuerda...

Recuerda que para que el sol surgiera, antes tuvieron que morir tres estrellas. Recuerda que apenas vas a estar aquí un parpadeo. Un tercio de la vida que te queda lo pasarás durmiendo, otro trabajando. La tercera parte que te queda, es lo que debes aprovechar sea como sea. Si lo que te duele es el amor, piensa que somos ocho mil millones de humanos en la Tierra. Antes que nosotros, vivieron otros cien mil millones, y ya están muertos fueran quienes fueran. Ha muerto Da Vinci, ha muerto Ingrid Bergman, ha muerto Freddie Mercury y Ayrton Senna. Todas esas personas llegaron a ser alguien, pero su tiempo terminó, igual que terminará el mío y el tuyo, seas quien seas.

La vida es tan efímera, que quizás el amor de tu vida, vivió y murió antes de que tú nacieras. Puede que no haya llegado aquí todavía, por eso que no te comas demasiado la cabeza. La vida, a veces, simplemente duele. A todos nos duele en mayor o menor medida, pero como seres humanos que somos, sufrimos, cicatrizamos, aprendemos, y continuamos caminando alzando la cabeza.

Aprovecha cada instante. Lo mejor está en lo más simple. Que no te importe lo que piensen los demás y huye de las apariencias. Haz las cosas por pasión, con sentimiento. Cuida de buena gente. Sonríe cuando te sonrían. Aprende, nútrete de personas interesantes, conocimientos y lugares. Exprésate en alguna forma de arte.

Vive a tu puta manera.

Y cuando llegue tu peor momento, cuando roces el punto de quiebre. Cuando no soportes más las noticias que cada día te mienten queriendo modular tus ideas. Cuando te canses de la negatividad que nos rodea, o cuando aparezca el gilipollas del día que te quiere arruinar la mañana, tú sonríe. Sonríe sin importar quien sea.

Hazlo y continúa tu camino hacia ese tercio de vida libre que te queda recordando que eres especial. Lo eres porque te valoras y eres consciente de todas las circunstancias que se han dado en el Universo para que tú, hoy veas ponerse el sol más allá del mar en este hogar llamado Tierra. Eres especial porque has tomado conciencia de quienes eres, y de que hace seis mil millones de años...

Formabas parte de una estrella.
 
 
 

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